Unas buenas vacaciones dependen no sólo del clima, del tiempo, sino también de lo que hacemos. Muchas veces pensamos que vacaciones es no hacer nada, comer mucho y de todo, llevar una vida desordenada. El resultado es que volvemos más cansados e irritados, y también más gordos.
Posiblemente unas buenas vacaciones requieren de otras cosas: cambiar de actividad, hacer algo diferente y que me gusta, dormir más y mejor, no todo el día, comer más o menos pero sintiendo el cuerpo bien, hacer más ejercicio, leer o mirar algo que relaje.
Y siempre requieren de poner todo de nuestra parte para que los demás disfruten de nuestra presencia y vivamos en manera armónica.
Para los que somos creyentes no irse a descansar sin agradecer a Dios y dedicar unos momentos para leer su palabra.
Las vacaciones sabemos que en general son cortas pero bien vividas nos recargan de energías para comenzar la labor de todo un año.
Buenas vacaciones y buena semana.
Hna. María Elena Fernández
Inspectora