La misión educativa, al encarnarse en los diversos contextos y responder a las necesidades de los jóvenes, se realiza en una pluralidad de ambientes que, no sólo pide que se renueve continuamente, sino que estimula el surgir de obras innovadoras.

El Oratorio ya existía en Italia desde San Felipe Neri (1515-1595), pero Don Bosco le dio una impronta propia que lo hizo original respecto a los oratorios precedentes y contemporáneos, y que define aún hoy las características de la pastoral oratoriana. Ellas son:
• un ambiente de amplia acogida, abierto a una gran diversidad de jóvenes, sobre todo a los lejanos, de una amplia zona; con gran diversidad de propuestas de grados de pertenencia; caracterizado por un protagonismo juvenil y una relación personal tan significativa, que lo hace un ambiente de referencia y de irradiación por los jóvenes del entorno;
• un programa de evangelización misionera dirigido en forma prioritaria a los jóvenes más vulnerados y en peligro, que ofrece un camino de educación en la fe, sensible a la realidad ecuménica e interreligiosa que viven;
• una presencia cristiana en el mundo joven y en la sociedad civil, como obra de frontera capaz de ofrecer respuestas educativas y evangélicas significativas a los desafíos y urgencias más sentidas, especialmente las que se refieren a los más abandonados y en peligro, capaz de promover un ambiente de apertura intercultural, interracial, ecuménica e interreligiosa.

En nuestra inspectoría hay Oratorios animados por jóvenes voluntarios y asesores, hermanas y laicos en las Casas de Almagro, Avellaneda, Bernal, Ciudad Evita, Morón, Ensenada, La Boca, Garay, Mar del Plata, Puerto Deseado, Puerto San Julián, Puerto Santa Cruz, Río Gallegos y Río Grande, donde se reúne a los niños y jóvenes en nuestras casas, capillas o barrios cercanos.