Cuando Albert Einstein era pequeño, resultaba difícil suponer que lograría tener éxito en su vida. Hasta los 3 años de edad no sabía hablar, padecía de autismo y dislexia.
En muchas ocasiones faltaba a clases, por lo cual jamás recibió su certificado de graduado. Para demostrarles a sus padres que no era tonto, Einstein se preparó por su cuenta y en un segundo intento logró ingresar al Instituto Politécnico de Zurich.
Albert solía decir: «Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil».
Los invito en estos días de cuaresma a no juzgar mal a aquellas personas con las cuales convivimos y si a resaltar y ayudar a desarrollar aquello que sí puede hacer muy bien. Da y nos da alegría y paz y levanta la autoestima.
Que tengan buena semana.
Hna. María Elena Fernández
Inspectora